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La ausencia de victorias, aunque debió ser un fiasco para Boyd, no engañaba a nadie. Era reconocido como uno de los mejores pilotos en Corea. Fue ascendido de Teniente a Asistente de Operaciones en Corea poco después de que la guerra acabase. Boyd estaba obsesionado con el combate aéreo. Hablaba mucho, y su único tema de conversación (o de monólogo) eran los jets, las maniobras que podía realizar, lo inútiles que eran las tácticas de la USAF, cómo él iba a cambiar el mundo de la aviación…En el 54 fue destinado de nuevo a la base de Nellis, donde iba a empezar su sueño.

Resultan curiosas las ideas que recorrían el mundo de la aviación a mediados de los 50. Era una época en la que los esfuerzos de la USAF se centraban en tener una flota de miles de bombarderos intercontinentales para arrasar la URSS con bombas nucleares. Se quería reducir a la aviación táctica a un mini-SAC (Strategic Air Command, el organismo que controlaba los misiles balísticos y bombarderos, todas las fuerzas nucleares de EEUU por la época), implantando a los nuevos cazas la capacidad de portar cuantas más bombas mejor. A velocidades de 1.000 km/h, incluso supersónicas en pocos años, ya sólo había sitio para combates maniobrados en las películas y la imaginación de algunos desfasados pilotos y visionarios. Los cañones eran cosa del pasado. El apoyo cercano a las tropas no importaba, más aún teniendo en cuenta que representaba su atadura al ejército de tierra. Todo el trabajo lo harían los misiles, especialmente los BVR (Beyond Visual Range – Más allá del campo visual). Por supuesto, los misiles no fallaban nunca y era perfectamente posible identificar a otro avión sin contacto visual. La agilidad pasó a un tercer plano, o directamente desapareció de la escena. El lema en la USAF era "bigger-higher-faster-farther" (más grande, alto, rápido, lejos). Los cazas debían limitarse a tareas de bombardeo, escolta de bombarderos, e intercepción de bombarderos. En este contexto, Nellis relucía como una isla paradisíaca, el último refugio de los pilotos de caza. Guerreros contra burócratas y conductores de autobús. Los seis años que allí pasó Boyd, llegando a ser el hombre más famoso y querido, fueron probablemente los más felices de su vida. Además, en 1955 nació su segundo hijo, esta vez una niña, Kathy.

B-36 Peacemaker
Bombardero estratégico nuclear B-36 Peacemaker. Este enorme avión era la síntesis de lo que la USAF quería

Boyd empezó yendo al FWS, donde había de hecho más horas de entrenamiento en bombardeo nuclear y aire-tierra que de puro dogfight. Nada más graduarse, Vernon Spradling, el encargado de supervisar a los instructores, le pidió que se quedase allí. Es decir, que se convirtiese en instructor y empezase a dar clase. Spradling se convirtió en uno de los grandes amigos de Boyd, permitiendo que éste diese un nuevo aire al FWS. También fue el primero en recibir sus míticas llamadas: si el teléfono sonaba en medio de la noche, era John, que acababa de descubrir algo de importancia vital y pasaba a hablarle durante horas. Este tipo de llamadas son las que realizó durante toda su vida a sus amigos cuando tenía algo importante que decirles, lo que siempre estaba relacionado con su trabajo. Eran casi monólogos, pero al hablar Boyd podía oírse a sí mismo y aclarar mejor sus ideas. En el FWS, empezó a enseñar en Académicas. No volaba mucho, pero hacía algo más importante: enseñar a los pilotos a pensar. Les descubría las claves del combate aéreo, que les permitirían saber cuáles eran las opciones de ataque posibles y las contra-maniobras que tenía.

La energía de Boyd era tan desbordante que empezó a hacer musculación para descargar tensiones. Se comía tanto las uñas que alguien le recomendó ponerse a fumar, para tener algo en la boca (como resultado, estuvo fumando hasta mediados de los 60). Empezó a publicar artículos sobre combate y tácticas aéreas. Pensaba en ello obsesivamente, intentando descubrir todos los secretos. Cualquier piloto sabía hacer maniobras "chulas", pero él quería llegar a la esencia. Estaba desentrañando las reglas invisibles del combate aéreo, demostrando que no era un arte. Para él, era una ciencia, y como toda ciencia se podía explicar mediante lógica. Utilizaba ecuaciones y modelos matemáticos para describir las capacidades de los aviones, combinado con su propia experiencia y lo que veía en la base. Podía saber cuáles eran las maniobras de ataque disponibles, las contra-maniobras, y cualquier treta o maniobra posible en cualquier situación. Todo lo necesario en combate aéreo estaba a su alcance, si se lo proponía y lo estudiaba a fondo.

En este tiempo Boyd desarrolló una maniobra que denominó ´´ roll to the outside ´´, giro hacia fuera. Consistía en un golpe brusco que girase la orientación del avión arriba o abajo. De este modo se pasaba de exponer sólo la superficie frontal al avance, a arrastrar toda la estructura del fuselaje y las alas, generando tal resistencia al aire que en uno o dos segundos su velocidad se había reducido a la tercera o cuarta parte de la que tenía antes. Iba contra la norma del combate aéreo, ya que su avión quedaba totalmente sin energía, tardando mucho en recuperar la capacidad de maniobra. Pero en un dogfight, si estaba a la defensiva y siendo perseguido, el repentino frenazo hacía que el avión perseguidor siguiese su curso disparado hasta colocarse por delante de Boyd, momento en el que éste pasaba a la ofensiva. Perfeccionó esta técnica y aprendió a usarle en cualquier parte situación. La única manera de librarse para el perseguidor era hacer el propio roll, pero la reacción tenía que ser prácticamente instintiva, y lo normal era que el atacante sólo consiguiese acabar delante de Boyd y además con toda su energía perdida en la maniobra. En realidad los adversarios de Boyd comprendieron que era imposible mantenerse detrás de él, así que el roll tenía que realizarse en la dirección contraria de la que hubiese llevado el defensor con el objetivo de romper el contacto. No era una táctica para mantener al adversario en tiro sino para escapar.

El avión preferido en el paraíso Nellis era el nuevo F-100 Super Sabre. El aparato tenía numerosos defectos de diseño y manufactura que lo convertían en una auténtica fábrica de viudas, pero a Boyd le encantaba lo exigente que era el aparato y su poca tolerancia a los fallos. Los pilotos no paraban de jactarse de que eran los únicos capaces de sentir el boom supersónico, de volar más rápido que nadie y de contar con el aparato más poderoso que tuviera América. Y Boyd se convirtió en el mejor piloto de F-100, gracias a su extrema pericia, dedicado estudio del combate maniobrado e inteligente uso de las tácticas, siendo el roll to the outside el mejor ejemplo.

F-100 Supersabre
F-100 Supersabre

Tan convencido estaba de su dominio del combate aéreo: derrotaría a cualquier oponente en menos de 20 segundos o pagaría 20 dólares(posteriormente fue más realista y lo aumentó a 40 segundos y 40 dólares). Para añadirle sal al asunto, el combate empezaría con Boyd a la defensiva y el adversario persiguiéndole. Para ganar en un combate simulado, hay que obtener una serie de imágenes con las cámaras fotográficas instaladas en los cañones que demuestren que se ha tenido al adversario en la mira durante al menos medio segundo, a la vez que se grita ´´ Guns! Guns! Guns! ´´ (cañones) por la radio. Resulta fácil imaginarse a los desprevenidos pilotos, que acudían confiados a lo que pensaban era una bravuconada del viejo Boyd(por aquel entonces tenía más de 30 años), seguramente porque se aburría. Pero el roll to the outside no fallaba jamás. Una y otra vez los atacantes se enzarzaban en un mano a mano contra Boyd, trepando y picando por la granja aérea de Nellis, persiguiéndolo cerradamente para ponerlo en mira, sólo quedaban 10 segundos para ganar la apuesta cuando al salir de un giro…¡no estaba ahí!¿Pero qué…?El piloto se da cuenta demasiado tarde, intenta frenar todo lo que puede pero pasa por delante de Boyd a 100 m/s con su energía disipándose, mientras éste se recupera y lo coloca en la mirilla a la vez que grita ´´ GUNS! GUNS! GUNS! ´´.

El título de ´´ el mejor ´´ resulta difícil de aceptar en un mundo tan competitivo como el de los pilotos y es difícil adjudicarlo a nadie. Pero sí que hay algo totalmente cierto: Boyd jamás tuvo que pagar los 40 dólares. Derrotó a los mejores alumnos e instructores del FWS, a pilotos de la Navy y los Marines que lo desafiaron, a extranjeros que se entrenaban allí de intercambio…todos fueron derrotados de la misma manera. Tan sólo el Marine Hal Vincent puso en aprietos a Boyd. Ese piloto, más tarde se saltaría la separación entre servicios para asistir al FWS y enseñar las tácticas de Boyd a pilotos fuera de la USAF.

Forty-Second Boyd, como le habían apodado, ya era una leyenda en el mundillo de la USAF. Era el ídolo de sus alumnos. Esos orgullosos pilotos de caza, jóvenes y fuertes, le rendían pleitesía a un piloto distinto, uno que tenía más de 30 años y utilizaba las matemáticas para ´´ comprender ´´ los cazas, pero que los derrotaba a todos en combate. Eran los años dorados del Boyd de Nellis. En esta época de finales de los 50, hizo una fuerte y duradera amistad con dos: Everett Raspberry y Ronald Catton.

El primero aprendió a realizar el roll to the outside. Años más tarde, al participar en la guerra de Vietnam como miembro del 555 escuadrón de caza, enseñaría la técnica a los demás. Esto llevó a que durante la famosa Operación Bolo, 6 de los 7 pilotos con derribos hubiesen realizado en algún momento del enfrentamiento el roll. El propio Raspberry destruyó un Mig-21 y posteriormente se anotó la única victoria aire-aire de la guerra realizada desde una menor altitud (para hacerse una idea, el Mig estaba a 90 m del suelo). Ron Catton era el típico piloto de caza orgulloso, pero su carrera pareció truncarse al poco de llegar a Nellis: tuvo un accidente mientras conducía borracho. Con la ayuda de Boyd, se convirtió en el primer alumno del FWS en sacar un 100 en todas las pruebas. Ron continuó su carrera y también tuvo una participación destacable en Vietnam.

Pero todo lo bueno se acaba, y su destino en Nellis estaba siendo inusualmente largo. Intentó seguir en una base aérea, pero a algún superior no le pareció bien y pronto quedó atascado en un lío burocrático. La única manera de salir de ahí era conseguir una titulación para volver más tarde. En 1960 decidió marcharse al Instituto Tecnológico de Georgia para estudiar una Ingeniería Industrial. Sus hijos John Scott y Jeff habían nacido en 1959, ya era Capitán, y alguna vez tendría que sentar la cabeza.

Al enterarse, Spradling se dio cuenta de que todo lo que había enseñado Boyd probablemente acabaría perdiéndose. Le propuso que dejase sus enseñanzas por escrito para que pudieran seguir siendo estudiadas en el FWS. Como curiosidad, Boyd soportaba mal el escribir, así que tuvo que dictarlo. El hecho de que dejase tan poca constancia escrita de sus logros es uno de los grandes impedimentos para que la obra de Boyd sea más conocida. Así es como nació el Aerial Attack Study. Un libro de 150 páginas con todo lo que había que saber sobre el combate aéreo, sus estudios sobre maniobras, contra-maniobras, cómo preservar la energía, todo. Todavía tuvo que librar una batalla burocrática contra ciertos superiores que defendían el manual de tácticas oficial (unas diez veces más pequeño y que no aportaba nada nuevo). Boyd ridiculizó el manual oficial diciendo que lo habían redactado una panda de perdedores que no sabían ni hacer sus deberes. Al final, por una vez, pasó lo que era justo: su estudio sobre el ataque aéreo se convirtió en el manual oficial de tácticas del FWS, y por tanto de la USAF. Gracias a Boyd, las tácticas aire-aire pasaron de ser un compendio difuso de rumores y mitos transmitidos entre pilotos por el boca a boca, a un estudio detallado y concreto fácilmente accesible, que tuvo un éxito enorme entre la comunidad de aviación militar de los Estados Unidos. Por desgracia, el libro fue clasificado por la USAF debido a que contenía detalles escabrosos en cuanto a las limitaciones de los misiles de su inventario y cómo esquivarlos. Es otro ejemplo de cómo las contribuciones de Boyd, a pesar de su magnitud, a menudo pasaban desapercibidas.





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