Titulo
INICIO
FIHAS
ARTICULOS
VARIOS
FUERZAS ARMADAS ESPAŅOLAS
FORO
VIDEOS
FONDOS DE PANTALLA
ENLACES
REDACTORES
CONTACTO



EVOLUCION NAVAL

Por Roberto Rodriguez


Chambly



Esta época de cambio de siglo nos invita a echar una mirada retrospectiva al desarrollo del poderío naval. A finales del siglo XIX, los navíos de guerra embarcaban un pequeño numero de grandes cañones, apuntados por medios muy rudimentarios.

Entre 1900 y 1910, la situación geopolítica mundial, basada en los intereses coloniales de las potencias europeas en África y Asia, impulso una dura carrera armamentista, la cual vio con gran interés el desarrollo de buques capaces tanto de mantener abiertas las rutas marítimas propias como de cortar satisfactoriamente las de sus adversarios. Esto puso como objetivo el desarrollo de un buque capaz de obtener una buena velocidad y brindar una plataforma estable a fin de embarcar la mayor cantidad de cañones del máximo calibre posible, con una buena capacidad del control de tiro desde una estación especifica.

Con este fin, el Almirante Fisher, a la sazón Primer Lord del Mar desde 1904, impulsó a la Royal Navy, que emprendió una serie de cambios fundamentales, concretando la construcción del acorazado “Dreadnought”, botado en 1905, en franca competencia con los acorazados de la clase “Michigan” aprobados por el Congreso de los EE.UU. en ese mismo año. También Alemania comenzó por estas fechas la construcción de los acorazados clase “Deutschland”. Estas unidades con un desplazamiento entre las 12.000 y las 16.000 ton., gracias al empleo de maquinas alternativas de vapor alcanzaban velocidades de hasta 18 nudos, utilizando en el caso de los buques británicos piezas de 254 mm, de 305 mm en los americanos y de 280 mm en los alemanes.

Dreadnought
El acorazado Dreadnought

En cuanto al problema del control de tiro, fue solucionado inicialmente con la utilización del telémetro óptico de Barr que, con una base de una longitud de apenas 1,37 mts., hizo posible que una sola persona midiese la distancia en cualquier ángulo. La ruta y velocidad del blanco, calculados a simple vista mediante una atenta observación combinada con los mismos elementos correspondientes al propio buque, permitían solucionar el problema del tiro que, además, tenia que ser corregido introduciendo otras variables, como la dirección e intensidad del viento. En 1902 el Dumaresq introdujo la posibilidad de medir la rapidez de variación de la posición y distancia del enemigo; más tarde apareció el Range Clock, un calculador que suministraba la distancia futura y, luego, las tablas de tiro de Dreyer que, a través de una gama de variables en entrada, proporcionaban los ángulos de elevación y ronza transmitidas directamente a las torres de artillería.

En la época victoriana, normalmente se abría fuego a distancia superiores a los 2750 mts., pero la pasión de algunos innovadores, como los almirantes Fisher y Scott, provoco grandes cambios mediante el espíritu de superación que lograron infundir a la flota, incluso a través de las competiciones de tiro anuales y los correspondientes trofeos a los buques ganadores, de tal modo que, en 1912, se estaban convirtiendo en normales distancias de 13700 mts. para iniciar el tiro. Aunque los alemanes estaban un tanto retrasados en estos aspectos, disponían de telémetros estereoscopicos de escala fija, con una óptica perfecta realizada por Zeiss, que proporcionaban la distancia más rápidamente que el preciado método británico de medirla según los piques. También ellos, por medio del llamado sistema Crag, una especie de base estabilizada para la óptica de los apuntadores, resolvieron un grave problema: el de los movimientos de rolido y cabeceo del buque propio.

Otro elemento que también tuvo su momento de gloria en esta época y dentro del marco de una fuerza naval de importancia, fue el empleo de los dirigibles, tanto para la descubierta de los buques enemigos, como para la observación del fuego de artillería e incluso para el bombardeo de esas mismas unidades. Estos dirigibles se desarrollaron básicamente en tres tipos: el flexible, que dependía del inflado para que la envoltura adquiriese su forma aerodinámica; el semi-rígido, similar pero con una quilla de refuerzo, y el rígido, con estructura de celosía en madera o metal alrededor de las células internas de gas. En Alemania este ultimo tipo tuvo éxito y en 1900 los primeros Zeppelines surcaron los cielos. En Gran Bretaña, Francia y luego en EE.UU., la tendencia a perseverar en las restantes formas de construcción causo la aparición de aeronaves menores de aplicaciones diferentes.

La Primera Guerra Mundial (o Gran Guerra) marco el fin del empleo de estas enormes creaciones humanas más livianas que el aire, al lograrse grandes avances en el campo de las aeronaves de ala fija. Durante este periodo bélico las fuerzas navales europeas principalmente se enfrentaron en una serie de batallas de entre las cuales se destacan Jutlandia, Dogger Bank, Coronel, Falklands y Heligoland.

Otra arma que hizo su aparición en este gran conflicto armado fue el submarino, destacándose principalmente las unidades alemanas quienes comenzaron a operar satisfactoriamente contra el trafico de mercantes aliados, ideando las operaciones básicas de este tipo de unidades que posteriormente causaron tantos estragos durante la segunda guerra mundial.

UC-97
El UC-97, submarino alemán de la Primera Guerra Mundial

Durante el periodo entre guerras continuaron los desarrollos de nuevas y modernas unidades, así como la aparición de otros tipo de buques altamente especializados: los portaaviones. Cabe destacar que en este periodo de paz, se concreto el llamado “Tratado de Washington” (1922), mediante el cual se impusieron limitaciones en cuanto a la cantidad de buques y su desplazamiento, con lo cual nacieron los famosos “acorazados de bolsillo” alemanes, cruceros pesados con el armamento de acorazados.

Aunque al comienzo de este segundo periodo bélico, la creencia general era que el acorazado seria el arma principal y definitiva de una batalla y finalmente de la guerra, los portaaviones tuvieron su bautismo de fuego, demostrando que una fuerza aeronaval bien empleada podía poner fin a una batalla en poco tiempo sin siquiera “haberse visto las caras” los buques de una y otra nación.

Las principales acciones navales de este conflicto estuvieron dividas en dos frentes claramente diferenciados por el tipo y la magnitud de los enfrentamientos. En el Atlántico, se llevo acabo principalmente guerra antisubmarina, mientras que el Pacifico sirvió para demostrar el poder aeronaval y como banco de pruebas para lo que posteriormente llego a ser la mayor operación anfibia de la historia: el Día “D”.

Hablemos de la Batalla del Atlántico, conocida de esta forma, por un lado, por la fiera lucha desarrollada entre acorazados y cruceros, intentando los buques alemanes librarse del bloqueo y posterior cacería emprendida por los buques ingleses. Cabe destacar en este sentido el Hundimiento del “Bismarck” y la Batalla del Río de la Plata durante la cual fue hundido por su tripulación el “Graff Spee”. Por otro lado, el interminable enfrentamiento entre los destructores y fragatas aliados, que servían de escolta a los convoyes mercantes que cruzaban este océano en uno y otro sentido, y los submarinos alemanes que, tanto en solitario como en “manadas de lobos”, pretendían cortar estas rutas de comunicación que eran verdaderas arterias que alimentaban a los ejércitos enfrentados en el continente europeo y el norte de África.





1 - 2 - 3 - Siguiente