De lo que tiene que darse cuenta la sociedad y quienes la dirigen, es que la evolución nos sacó de los bosques, ampliamos superficies para cultivos y nos fuimos a vivir a pueblos posteriormente ciudades. Venimos de unos montes maltratados que eran además una economía miserable, de donde se sacaba todo para construir, y atender a los animales y ya en esos tiempos eran recursos escasos.
Y como el mundo evolucionó, electricidad, butano, fertilizantes, maquinaria otros materiales de construcción, pues el monte se abandono.
Y en nuestra historia reciente, cuando los planes estatales del Patrimonio Forestal, empezaron a realizarse ya por 1941, se reforestó como si no hubiera un mañana, cuando ya los cultivos pedían más sitio y por ahí empezaron los incendios serios frente a las quemas controladas que regeneraban pastos anualmente.
De ahí comenzó a surgir esa idea de limpiar en invierno para evitar fuego en verano que con la superficie actual es imposible, más aún la evolución llevó a abandonar el campo, y la desidia, afán de riqueza y falta de planificación, por lo menos en mi tierra en vez de separarlo de pueblos, viviendas e infraestructuras nos lo metió hasta la cocina, con los resultados que ahora vemos.
Este encontronazo del monte con la civilización es verdaderamente caótica y desordenada y siempre triunfa de momento la naturaleza.
Por lo tanto es imprescindible, marcar con claridad el suelo boscoso, algo que no gustará al ecologismo, pero viendo los resultados ya está tardando.
Además no se en otros territorios de España, aquí tenemos unas estructuras del monte excesivamente pequeña a nivel de parcela, por lo que aún teniendo buena voluntad, es difícil acceder a ellas para su limpieza, o los años de abandono la hacen irreconocible, y aún limpiando, el entorno esta salvaje, motivo por el cual desisten de esa labor de limpieza.
En consecuencia aunque no guste, igual que todos tenemos un seguro en la vivienda que cubre todo tipo de riesgos incluido el incendio, debería ser obligatorio para el propietario de suelo rústico o forestal disponer de un seguro que cubra los gastos en caso de incendio, que ahora recaen en la espalda de todos, y esa gente que en un momento vende su madera el posible beneficio va a su bolsillo y no reparte con los demás, cierto que hay un IVA, un IRPF, pero es una diferencia monstruosa ese aporte y lo que cuesta tener los servicios contra incendios y el gasto de cualquier operativo.
Resumiendo ordenación del monte con su reducción si es necesario, alejarla de cualquier zona urbana, industrial o infraestructuras, y aportación por la propiedad vía seguros o contribución de medios económicos para pagar la defensa contra el fuego. Y si no les compensa, entrega al Estado de esos territorios. Lo que no puede ser es continuar como ahora, donde prima la propiedad privada y los planes de la administración se encuentran mayoritariamente detenidos muchas veces durante años y a duras penas salen adelante tras años de litigios.