Una cosa es la validez intrínseca de un método de prueba, y otra que se implemente mal o torticeramente. No niego la validez parcial de la gelatina balística, pero sí digo que no puede sustituir a un cuerpo. El gran problema, hasta ahora, ha sido el análisis forense detallado y metrificable de los efectos de una munición dada con una serie de parámetros, desde la velocidad de impacto hasta el ángulo (si hay desviaciones previas) o el choque contra hueso, etc.
En cualquier caso, tienes razón: cualquier diseño exige sacrificios o, al menos, trade-offs. La ventaja del peso y capacidad de carga de disparos para un arma del 9, unido a un retroceso más controlable, le hace ganar comparado con un .45. Si a esto le sumamos las restricciones de la haya-ginebra, impidiendo el uso de munición no encamisada o diseñada para fragmentar, el cuadro es completo.
Ahora bien, conforme se generaliza el blindaje personal, el 9para revela que es una munición con más de un siglo de antigüedad. Al mismo tiempo, las municiones PDW belga y alemana aparentemente son demasiado poco energéticas. Toca volver al tablero de diseño o a la definición de especificaciones, y probablemente sacrificar lo que condenó a los PDW de los 90: el alcance efectivo. Una munición con al menos la misma masa que un 9mm pero más energía y una construcción diferente (+p+ ruso sería un inicio, luego está el 6.35 con sabot sueco) podría ser una solución mejor con tal de que fuera controlable. A lo mejor hay que renunciar también a las pistolas sin culata y considerar las pistolas o pistolas-ametralladora con culata retráctil para ofrecer un plus de controlabilidad para la nueva munición...