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La guerra de las Malvinas I

Por Mirmidón


Malvinas


En el Hemisferio Sur, se le llama Conflicto de Malvinas; en América del Norte y Europa, Conflicto del Atlántico Sur. Los británicos lo llaman "Guerra del Atlántico Sur". Este es el Conflicto de Malvinas. Este conflicto rico en decisiones político-militares y lleno de errores y cálculos equivocados en ambos bandos, provee una excelente oportunidad para examinar una compleja construcción diplomática y comprobar cómo los factores políticos, algunos de los cuales aún pasan desapercibidos, causaron el fracaso del proceso diplomático dando por resultado la guerra. Es también posible examinar un período de desarrollo de un conflicto durante el cual un bando actuaba todavía según las reglas para el manejo de crisis, mientras el otro ya estaba en guerra, fenómeno político-militar éste nunca acaecido antes en la moderna historia militar.

¿Hubieran sido diferentes los resultados, si la televisión británica no hubiera comunicado erróneamente la zarpada de dos de sus submarinos nucleares desde Gibraltar hacia las cercanías de las Islas Georgias del Sur el 26 de Marzo?
¿Hubieran sido diferentes los resultados, si el viento y el mar no hubieran estado en calma el 1 ° de Mayo?
¿Hubieran los resultados sido diferentes, si las 14 bombas que, penetraron en los cascos de buques de guerra británicos sin explotar, hubieran explotado?
¿Hubiera el resultado sido diferente si los torpedos Telefunken argentinos hubieran funcionado como debían?
¿Hubieran los mismos ingleses reaccionado usando su fuerza militar si no hubieran habido huelgas en las minas de carbón de Gran Bretaña?

Y finalmente el conflicto provee la oportunidad con el beneficio de un análisis retrospectivo, para examinar el impacto de algunas decisiones como el fracaso argentino en prolongar la pista de Puerto Argentino para que pudieran operar los A4 y Mirage; el no empleo de buques de carga para transportar artillería pesada y helicópteros a las Islas entre el 2 y el 12 de Abril; la división de las fuerzas de Ejército argentino entre las Islas Soledad Gran Malvina, la decisión argentina de no explotar la crítica vulnerabilidad en Fitz Roy y Bluff Cove y la decisión británica de atacar al Crucero "General Belgrano". Analizando el curso que la guerra terrestre pudo haber tenido si las fuerzas de Gran Malvina hubieran estado en San Carlos, forzando en consecuencia a los británicos a establecer su cabeza de playa en Gran Malvina en lugar de Soledad, porque esto es lo que ellos hubieran hecho.


Entendiendo el problema

Si los sucesivos gobiernos argentinos han podido haber considerado el uso de la fuerza militar como un ingrediente o en sustitución de los medios diplomáticos para recuperar la soberanía sobre las Malvinas, esas acciones fueron desalentadas por la percepción de las capacidades militares británicas y por la decisión británica de usar esas capacidades para defender sus intereses. En ningún momento previo al envío de fuerzas militares argentinas a Puerto Argentino el 2 de Abril de 1982, la Junta pensó que los británicos iban a responder con la fuerza militar.

Margaret Thatcher
Margaret Thatcher

Ni tampoco en ningún momento previo o durante el conflicto de Malvinas, los jefes militares argentinos creyeron que la Argentina podía prevalecer en una confrontación militar con Gran Bretaña. Estas dos creencias dominaron el proceso de toma de decisiones de la conducción política y militar argentina antes y durante el conflicto. El conflicto fue el resultado de décadas de persistente determinación de la parte argentina para recuperar la soberanía sobre las Islas Malvinas y de persistente determinación de los sucesivos gobiernos británicos de respaldar la autodeterminación de los habitantes de esas Islas. Esas actitudes se mantuvieron balanceadas durante muchos años, por una confluencia personalidades, y de aptitudes políticas ambos bandos; la habilidad de la Falkland Islands Company para influir sobre las decisiones políticas en Londres y una cambiante percepción del poder militar británico y del interés nacional británico, formaron la base de las decisión en ambos bandos que dieron por resultado conflicto.
Agreguemos a esto el desgaste del Partido Conservador que estaba en el poder en Gran Bretaña, el creciente descontento laboral en ese país, una sensación de amenaza de muerte en el ánimo de los jefes de la marina británica y el escenario estaba preparado para el intrincado esquema de decisiones que siguió.

Aproximadamente mil vidas se perdieron en el conflicto, casi una por cada dos habitantes de las Islas. Treinta buques de combate y apoyo fueron hundidos o averiados y ciento treinta y ocho aviones destruidos o capturados. Los "intereses" de los habitantes de las islas fueron exitosamente defendidos por los británicos y los esfuerzos argentinos para recuperar soberanía sobre las islas fracasaron. La marina británica recuperó su importancia a los ojos de los dirigentes políticos de ese país y los militares argentinos fueron reemplazados por un gobierno civil.

La mayor parte de los textos y tratados relacionados con la soberanía en Malvinas, dedican cientos de páginas a los ciento cincuenta años de puja diplomática. Los argentinos dan mucha importancia a cada paso de ese proceso y profesan gran fe en la diplomacia, pero advierten un claro encadenamiento entre las capacidades militares y la misma. Están convencidos de que la capacidad militar puede dar un "pequeño empujón con el codo" a la diplomacia dentro de ciertos límites y sin cruzar el umbral de la guerra. Los británicos son, por otra parte, los maestros mundiales del proceso diplomático y del uso de la fuerza militar en el clásico estilo, como una extensión de un proceso político por otros medios, haya sido o no cruzado el umbral de la guerra.

Belgrano
El Belgrano

No tiene importancia sí estos puntos de vista argentinos son históricamente correctos o no. Lo que cuenta es que esos criterios tuvieron un profundo impacto en las decisiones argentinas durante el preludio del conflicto.De particular interés para los militares profesionales es la brecha entre las premisas en que basaron sus decisiones los gobernantes británicos por un lado y las que usaron para basar las suyas los argentinos por el otro. Entre la ocupación de las islas el 2 de abril y el hundimiento del Belgrano, el 2 de Mayo, las autoridades argentinas actuaron en la convicción de que estaban envueltas en el manejo de una crisis diplomática. Los británicos lo hicieron en la convicción de que estaban en guerra. El objetivo político argentino era "una solución diplomática para recuperar la soberanía sobre las islas". Los objetivos británicos, "defender los intereses de los residentes en las islas y castigar la agresión".Se puede afirmar que Argentina perdió la guerra entre el 2 y 12 de Abril, cuando no aprovechó la oportunidad que tenía para emplear buques de carga en el transporte de artillería pesada y helicópteros para sus fuerzas de ocupación y equipo pesado para el movimiento de tierra que hubiera permitido al personal en la isla prolongar la pista de Puerto Argentino para que pudieran operar sus A4 y Mirage. La indecisión basada en el preconcepto argentino de que era imposible derrotar a los británicos en un conflicto armado, fue el elemento dominante en el resultado final.


El incidente Davidoff

El incidente Davidoff es crucial para el análisis o examen del conflicto de Malvinas. El representa el arrancador de guerra. Es importante porque las percepciones del incidente Davidoff hechas después de la guerra, en Gran Bretaña y Argentina son completamente diferentes.

En septiembre de 1979, Constantino Sergio Davidoff firmó contrato con una compañía escocesa por el que se le transferían el equipo e instalaciones de cuatro factorías de ballenas en Leith, islas Georgias del Sur. Este contrato le daba derecho para mover el metal de chatarra de la isla hasta marzo de 1983.Las autoridades de las Islas Malvinas fueron informadas de ese contrato en agosto de 1980. El Convenio sobre Comunicaciones de 1971 permitía los viajes entre las Malvinas y Argentina usando solamente una tarjeta blanca, pero recordemos que en respuesta a la Resolución 1514 de las Naciones Unidas, los británicos inscribieron Georgias del Sur como una colonia separada de las Malvinas y gobernada directamente desde Gran Bretaña, administrada por el gobierno de Malvinas sólo por razones de conveniencia. Recordemos también que la Argentina rechazó la demanda de status de colonia para Georgias del Sur sosteniendo que al igual que Malvinas habían pertenecido siempre a Argentina por lo que no podían ser colonias de nadie.

Almirante irizar
Rompehielos Almirante Irizar
El problema surgió cuando Davidoff visitó Leith por primera vez para inspeccionar las instalaciones que había adquirido y debía retirar, dado su valor como chatarra. Los británicos en Puerto Stanley sostuvieron que nadie podía desembarcar en Georgias del Sur sin antes haber obtenido permiso en la base de British Antartic Survey en Grytviken, también en Georgia del Sur, donde los pasaportes serian solicitados para su sellado. Los argentinos sostuvieron que bastaba con la "tarjeta blanca" para entrar y salir cuando quisieran de acuerdo con lo establecido en el Acuerdo de 1971. Hay muchas preguntas sin contestación referidas al momento, autenticidad y notificación a la Argentina de que Gran Bretaña reclamaba la designación de Georgias del Sur como una colonia separada, pero alcanza con decir que los dos países vieron la situación según diferente luz. Es también curioso que Gran Bretaña eligiera para dar comienzo a rigurosos procedimientos en relación con las visitas a Georgias del Sur, justamente el momento en que ella se beneficiaba financieramente de los irrestrictos viajes permitidos por la tarjeta blanca. El incidente comenzó formalmente cuando Davidoff dejó Buenos Aires en el rompehielos Almirante Irizar que había contratado y arribó a Leith el 20 de diciembre de 1981. Habiendo informado a la embajada británica en Buenos Aires de sus intenciones, viajó directamente a Leith sin detenerse en Grytviken para obtener permiso, probablemente ignorando el requisito de hacerlo y luego regresó a Argentina.

El Gobernador Hunt de las Islas Malvinas aparentemente se enteró de la visita por informes de que el rompehielos Almirante Irizar se encontraba en Stromness Bay y por informes de gente de Grytviken de que alguien había estado en Leith. Parece probable que la embajada británica en Buenos Aires no informara a Hunt. Hunt presionó solicitando un accionar con Davidoff por haber éste desconocido las normas, pero recibió directivas de Londres de no empezar con problemas. El embajador británico protestó al Gobierno argentino por este incidente el 3 de febrero, advirtiendo que esto no debía repetirse. La protesta fue rechazada el 18 de febrero. Davidoff se disculpó en la embajada británica por las dificultades que había causado y solicitó directivas detalladas sobre la manera adecuada de regresar a Georgias del Sur a desmantelar las instalaciones. La embajada preguntó al Gobernador Hunt. Este no respondió hasta después de la partida de Davidoff el 11 de marzo, luego de notificar formalmente en la embajada británica que 41 personas estaban embarcadas en el Bahía Buen Suceso, un buque argentino de aprovisionamiento antártico. Todo lo concerniente le debió haber sido informado antes del desembarco en Leith el 19 de marzo, dejando una vez más de lado a Grytviken. Los operarios izaron la bandera argentina.






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