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El 22 de Abril tuvo que comparecer ante un comité de las Fuerzas Armadas para hablar sobre la victoria, lo que oficialmente le colocaba como alguien implicado en la victoria. Poco antes, Mike Wyly había sido expulsado del Cuerpo de Marines. Despreciado por los de Quantico, no había recibido ni una despedida. Boyd empezó hablando sobre tecnología y guerra de maniobra, pero pronto pasó al punto que le importaba: la expulsión de Mike. Wyly había sido uno de los promotores de la guerra de maniobra que había llevado a la victoria en el Golfo, pero a pesar de su lucha, todavía quedaban en el Cuerpo muchos oficiales con la vieja mentalidad de guerra de desgaste. Boyd lo dio todo en su charla. Estaba furioso. Dijo que se habían llevado a cabo grandes progresos, pero que si los mejores oficiales eran recompensados de esa manera, el Cuerpo acabaría manejado por dinosaurios. Hoy, Boyd debe estar removiéndose en su tumba al ver que continúan la corrupción, los fracasos y los politiqueos en las Fuerzas Armadas de su país, más preocupadas por comprar armas que por la defensa nacional. Pero no pudo hacer más de lo que hizo. Había cumplido su misión.


El final de una vida ajetreada

Poco después de su comparecencia, la felicidad se acabó. Fue diagnosticado con cáncer de próstata en fase avanzada. Los síntomas estaban ahí, pero el hecho de que Boyd fuese tan abandonado en su vida personal jugó en su contra: no se hacía un chequeo médico desde 1975. Le pronosticaron cinco años de vida. Su hermano Gerry le recomendó la cirguía, pero el 50% de los supervivientes sufría incontinencia. La perspectiva de ser un viejo con una bolsa en la entrepierna no le resultaba muy atractiva. Usó pelotas radiactivas, un método relativamente nuevo que fracasó.

Aunque la mayoría de sus hijos ya se habían marchado, Kathy seguía viviendo en casa de sus padres. Los problemas mentales la acosaban. En el 92, Jeff también se trasladó a vivir con ellos. Había intentado vivir con John Scott y después con Mary Ellen, los cuales habían llevado vidas normales, pero no podía. Tenía los mismos problemas que Kathy. Boyd no le dejaba meter su colección de arañas, el escorpión, la boa y las demás ´´ mascotas ´´ que tenía, así que las guardaba en el coche.

Su vida se iba apagando. Se veía en la situación de que sabía que iba a morir en el plazo de pocos años, y que no encontraba nada que hacer para aprovechar esos pocos años que le quedaban. Chet Richards se interesó por las ideas de Boyd y las plasmó en dos excelentes páginas web, belisarius.com y d-n-i.net, donde se puede encontrar toda la información que se quiera sobre el tema. Grant Hammond también se interesó por su figura y decidió que quería escribir un libro sobre él, pero Boyd no quería que fuese una biografía, así que el libro ´´Boyd: the mind of war ´´ ( Boyd: la mente de la guerra), publicado en el 2001, trataba principalmente sobre las teorías de Boyd sobre el aprendizaje y la guerra.

Boyd
Tumba de Boyd en Arlington
Las piernas le dolían cada vez más por la enfermedad. Para agravar su pesar, en el 95 su hijo Stephen fue diagnosticado con melanoma. El chico que toda su vida había estado acosado por las enfermedades volvía a recaer. El ataque fue tan terrible que Boyd pensó en moriría antes que él (finalmente, murió un año y 3 meses después). La última vez que fue a visitar Erie, el verano del 95, encontró que ni siquiera podía ver a Frank Pettinato, ya que se había retirado y estaba en Florida. En Febrero del 97, entró definitivamente en el hospital. En cierta ocasión, Jeff estaba junto a su inconsciente padre, cuando éste empezó a recordar su vida. Hablaba de la gente que había protagonizado su vida, de sus compañeros y alumnos del FWS, de los Acólitos, y de las cosas que habían hecho juntos. De su familia, tan sólo mencionó a Jerry. Los Acólitos se movieron, y consiguieron que los Marines abrieran una sección en Quantico dedicada a Boyd. En sus días finales, los Acólitos no paraban de llamarle, pero él casi nunca podía hablar. Aunque la recomendación era de no visitarle, Leopold y Sprey lo hicieron. Burton pudo hablar con él por teléfono, y Spinney escribió una carta. Aquellos hombres eran los mejores amigos de Boyd, y su mayor legado. El día 8 de Marzo, a los 5 de la tarde, Kathy estaba tomando la mano de Boyd. Le dije que todo estaba bien, que podía irse si quería. John sonrió, y al instante siguiente su cara se relajó. Gengis John, el piloto que cambió el mundo, había muerto.



Nota del Webmaster: Lo recogido en este arículo es la exposición de las diferentes ideas y opiniones subjetivas de John Boyd y deben tomarse como tal y no necesariamente como datos reales.




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