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Neutralizar la amenaza

En el escenario de tensiones de oriente medio, Irak era uno de los países más ofensivos hacia Israel. Si bien eran muchos los países que no reconocían la existencia del estado judío, Irak pertenecía al conjunto de países que lo había atacado. Así fue en la guerra de independencia de 1948, o posteriormente, enviando tropas a otros conflictos. También acusaban al régimen de Hussein de dar apoyo a los terroristas, además de lanzar éste amenazas directas contra Israel. A ojos israelíes, el reactor irakí era una amenaza y debía de ser neutralizada.

Curiosamente, esta amenaza hermanaba al estado judío con uno árabe, Irán. Irak atacó Irán en septiembre de 1980 en una guerra que duraría 8 años y la pronta entrada en funcionamiento del reactor suponía un serio problema ya que quedaba patente que el dirigente irakí no tenía demasiados reparos en el uso de armas de destrucción masiva como era el caso de las químicas.

Ante esta perspectiva, Menachem Begin, primer ministro israelí al frente del Likud (Partido derechista de Israel) y que en los 40 había liderado el movimiento independentista Irgún, decidió que sería buena idea que otros le hicieran el trabajo sucio. Los esfuerzos mediáticos y otros no oficiales ya comentados resultaron estériles, por lo que solo quedaba un ataque militar para neutralizar el reactor y con él, la capacidad nuclear irakí. Realmente, el ataque israelí era demasiado arriesgado al poder dar lugar a una reacción de varios países árabes que volviesen a atacarle en coalición, una perspectiva nada agradable.

Al comienzo de la confrontación, la inteligencia israelí animó a Irán a lanzar un ataque contra el reactor israelí, aprovechando que aún no había sido cargado con combustible nuclear evitando contaminar la zona. Finalmente se decidieron a realizarlo, aunque resultó un ataque bastante pobre. El 30 de septiembre de 1980, la IRIAF (Fuerza Aérea de la República Islámica de Irán) lanzó un ataque contra una central eléctrica cerca de Bagdad. Dentro del grupo de bombardeo, 2 F-4E Phantoms se separaron y atacaron el reactor que resultó levemente dañado. Solo se logró retrasar su entrada en funcionamiento.

F-4 Phantom Irán
F-4 Phantom iraní (IIAF se refiere a la denominación de la Fuerza Aérea antes de la revolución islámica)

Irán también poseía instalaciones nucleares y el temor de resultar atacadas en represalia provocó la ligereza del ataque y la cancelación de futuros. Era el caso de las instalaciones nucleares de Bushehr, que constaban de dos reactores de fabricación alemana. Con la revolución islámica en 1979, su construcción quedó paralizada quedando inacabados, al considerarse la energía nuclear anti-islámica. Posteriormente se cambió de actitud y se aceptaba su uso con fines civiles. En cualquier caso los iraníes estaban en lo cierto. El 24 de marzo de 1984 la IrAF (Fuerza Aérea Irakí) lanzó un ataque contra estos reactores dañándolos. En los 4 años posteriores siguieron a éste otros 7 ataques. Israel debería hacerlo por si mismo y el tiempo apremiaba, ya que se acercaban las elecciones y Begin temía que el próximo gobierno no fuese capaz de acometer esta acción.


El ataque israelí

Ante la inminencia de tener que lanzar un ataque contra un país árabe con lo que ello implicaba, Israel intentó por todos los medios evitar que Irak obtuviese material fisible, presionando sobre todo a Francia para evitar que éstos le proveyesen de uranio altamente enriquecido. No lo lograron, por lo que dieron paso al uso de la fuerza.

Desde hacía tiempo, se barajaban dos opciones posibles. Un ataque aéreo o un ataque terrestre. La segunda opción puede sonar demasiado ambiciosa, pero tras el espectacular rescate en el aeropuerto de Entebbe - Uganda, donde rescataron a los rehenes judíos retenidos dentro de un avión bajo unos secuestradores que solicitaban la liberación de presos palestinos. El ataque se llevó a cabo con el transporte de tropas en 4 aviones C-130 Hércules y tras liberar a todos los rehenes con la muerte de uno de ellos y matar o capturar a todos los terroristas junto con algunas decenas de soldados ugandeses, las fuerzas israelíes solo tuvieron una baja. Pese a la capacidad demostrada, el ataque al reactor irakí presentaba algunas dificultades difícilmente salvables; Al encontrarse en guerra, todas las fuerzas armadas se encontraban en permanente alerta. El ataque sería cerca de la bien defendida capital. No se disponía de un aeropuerto o base aérea para operar con aviones de carga pesados y la distancia a cubrir era considerable.

Por todo esto, se dio luz verde a la opción ataque aéreo que llevaba en preparación desde 1977, a pesar de que también tenía sus contras, como era la necesidad de atravesar el espacio aéreo de terceros países, si bien, una ventaja que se presentaba era el hecho de que el grueso de la defensa aérea irakí (Antiaéreos y aviación) se concentraba en el conflicto con Irán. Entre los aviones de la IAF (Fuerza aérea israelí) con capacidad para atacar a superficie se encontraban los estadounidenses A-4 N Skyhawk, F-4 Phantom, y F-16 Falcon, junto al KFIR C-2 de fabricación propia. De todos ellos, el F-16 era el más tecnológicamente avanzado y también poseía las mejores prestaciones de vuelo y supervivencia, además de poder alcanzar el blanco sin necesidad de ser reabastecido en vuelo. Hay que señalar que los primeros Falcon llegaron a Israel en Julio de 1980, por lo que los planes se diseñaron sin estar el avión en servicio. Para la escolta los acompañaron los F-15 Eagle.

F-16A Israeli
F-16 israelí

Hasta mediados de 1980 el plan se afinó bastante y comenzaron los entrenamientos directos para la ejecución del ataque contra Osirak. Para evitar la detección por parte de los radares enemigos, el vuelo sería a muy baja cota, elevándose en el último momento para lanzar las bombas, lo que exponía a los aviones al fuego antiaéreo que protegía la zona y que no podrían esquivar al centrarse en el lanzamiento de su carga. Este fue el aspecto más practicado, ya que solo tendrían una oportunidad y debía ejecutarse con total precisión. Precisión que correría a mano de los pilotos y sistemas de puntería del avión, ya que se desechó el uso de armas guiadas. Si bien garantizaban hacer blanco y salvaguardar la supervivencia de los aviones al atacar a distancia, una meteorología adversa podía hacer inefectivo su uso.

Durante 9 meses los pilotos fueron intensivamente entrenados sin darles información alguna de para que lo hacían. Con esto se buscaba garantizar el secreto de la operación. Es por esto que la maniobra de bombardeo la practicaban simulando el ataque contra la cúpula de un radar en el desierto del Negev. Previamente al ataque ya se les ofreció modelos a escala de las instalaciones del reactor.